Grandes tatuadores: el legendario Herbert Hoffmann

Fallecido a la edad de 90 años, el legendario Herbert Hoffman fue uno de los más grandes tatuadores de la vieja escuela, un nombre que jamás será borrado de la historia de los tatuajes. Más que un gran y talentoso tatuador, a Hoffmann se lo consideraba como la faceta más auténtica, espiritual y filosófica de lo que un artista del tatuaje debe ser.
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Hasta sus últimos días, él se la pasó tatuando, fue el tatuador activo de mayor antigüedad en el medio y ocupará un lugar especial no sólo en la historia del tatuaje europeo, sino también del mundo entero. Hoy haremos un pequeño homenaje al gran Herbert Hoffmann, una leyenda de los tatuajes.

Herbert Hoffmann
Herbert Hoffmann nació el 19 de diciembre del año 1919 en el pequeño pueblo de Freienwalde, en una zona rural al noreste de Alemania. Allí se crió en el seno de una familia de clase media-baja, siguiendo las estrictas normas y valores moralistas de su padre, un carnicero que no aprobaba la incontrolable pasión que su hijo sentía por aquellos dibujos en la piel de los obreros y proletarios de la zona, le imponía. 

El gusto de Herbert por aquel arte ya era asumido desde que era apenas un niño y las antiguas formalidades de su padre no le detendrían en soñar con algún día poder desarrollarla. En palabras del propio Herbert, a menudo confesaba que él estaba muy intrigado por aquellos dibujos azules en sus brazos y manos, y que siempre se ha sentido atraído por la gente común, ellos han sido su más intensa y confesa inspiración.
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En aquella época (décadas de los 20 y 30), las personas de clase alta no tenían tatuajes y si los tenían, debían mantenerlos bien escondidos, ya que éstos eran una marca de la exclusión social o bien un signo de desviación y ésto es precisamente una de las cosas que más le atraían a Hoffmann sobre los tatuajes. Las personas que tenían tatuajes se creían las más extrañas, renegadas, relacionadas con la criminalidad y la delincuencia. En esencia, un tatuaje era la marca visible de un alma rebelde y diferente. En su libro (Herbert Hoffmann: Bilderbuch Menschen / Living Picture Books) Hoffmann señala: 


“A pesar de todo aquello, mi consideración por la clase obrera, que eran los más pobres y tenían tatuajes, creció considerablemente. Yo los admiraba y me parecían muy valientes al expresar su actitud y sus creencias a través de tatuajes, algo que todo el mundo podía ver impreso en sus brazos y manos.”


Con el paso del tiempo, la vida supo ponerle las cosas difícil pero también puso en su camino a grandes personas y así, en el año 1949, después de pasar más de 5 años en el calabozo como prisionero de guerra en Rusia, Hoffmann volvió a Alemania para trabajar como comerciante, donde conoció a personas que finalmente facilitaron su entrada al mundo de los tatuajes. A sus 30 años de edad, Herbert Hoffmann realizó su primer tatuaje y confirmó de inmediato algo que siempre supo, ésa era la gran pasión de su vida
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